Un agujero negro
es una región finita del espacio en cuyo interior existe una
concentración de masa lo suficientemente elevada para generar un campo
gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz,
puede escapar de ella. Sin embargo, los agujeros negros pueden ser
capaces de emitir radiación de rayos X .
La
gravedad de un agujero negro, o «curvatura del espacio-tiempo», provoca
una singularidad envuelta por una superficie cerrada, llamada horizonte
de sucesos. Esto es previsto por las ecuaciones de campo de Einstein.
El horizonte de sucesos separa la región del agujero negro del resto del
universo y es la superficie límite del espacio a partir de la cual
ninguna partícula puede salir, incluyendo los fotones. Dicha curvatura
es estudiada por la relatividad general, la que predijo la existencia de
los agujeros negros y fue su primer indicio.
Se
conjetura que en el centro de la mayoría de las galaxias, entre ellas
la Vía Láctea, hay agujeros negros supermasivos.La existencia de
agujeros negros está apoyada en observaciones astronómicas, en especial a
través de la emisión de rayos X por estrellas binarias y galaxias
activas.
Según su origen, teóricamente pueden existir al menos tres clases de agujeros negros:
Según la masa
- Agujeros negros supermasivos: con masas de varios millones de masas solares. Se hallarían en el corazón de muchas galaxias. Se forman en el mismo proceso que da origen a los componentes esféricos de las galaxias.
- Agujeros negros de masa estelar. Se forman cuando una estrella de masa 2,5 veces mayor que la del Sol se convierte en supernova e implosiona. Su núcleo se concentra en un volumen muy pequeño que cada vez se va reduciendo más. Este es el tipo de agujeros negros postulados por primera vez dentro de la teoría de la relatividad general.
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